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   041                     EL DANTE     En lo político, la decadencia  del Pontificado y  del Imperio preparan el advenimiento de las nuevas...

viernes, 31 de diciembre de 2021

Verdades...

Me pregunto si fue entonces cuando empezó en mí el desmedido deseo por una mujer. Estoy persuadido que en cierto modo, fatal y mágico, mi vida materialista empezó con Anabel

La muerte de Anabel se convirtió en un obstáculo para cualquier romance posterior. Lo espiritual y lo físico se habían fundido en nosotros con perfección incomprensible.

Una noche Anabel burló la estrecha vigilancia de su familia. Detrás de su casa encontramos un muro bajo, de piedras. A través de la oscuridad y los árboles veíamos las ventanas iluminadas. Ella tembló cuando le besé el ángulo de los labios y el  lóbulo caliente de su oreja.

Un racimo de estrellas brillaba sobre nosotros. Ví su rostro reflejado en el cielo, sus piernas...sus adorables piernas, no estaban muy juntas y cuando encontré lo que buscaba sus rasgos adquirieron una expresión soñadora en la que se mezclaban el dolor y el placer.

Cada vez, que en su solitario éxtasis se abandonaba, inclinaba su cabeza y sus rodillas cerraba, apretaba mis muñecas y las apretaba con fuerza para relajarse después, su rostro se acercaba jadeante a mi , había rodeado con sus manos el  cetro de mi pasión.. Los días de mi juventud parecían huir de mí como una ráfaga de pálidos desechos.

Durante las relaciones con las mujeres me mostraba práctico, irónico, enérgico. Mientras fui estudiante las mujeres pagadas me bastaban. Al principio me encaminé por otras rutas, luego encontré el camino del arte. Discutía películas soviéticas, publiqué ilegibles artículos en revistas de escasa circulación. Escribí una historia por encargo de una importante editorial, después empecé a compilar el manual de literatura francesa, cuyo último número estaba a punto para la imprenta en el momento de mi arresto 

jueves, 30 de diciembre de 2021

Verdades...

Crecí como un niño feliz en un mundo brillante de naranjos, perros amistosos y rostros sonrientes. En torno a mi giraba el hotel Miramar  como una especie de universo privado, a todos le caía bien.

Mi padre me sacaba a pasear en bicicleta, me enseñaba a nadar, me leía Don Quijote y a los Miserables. Me enorgullece de él cuando cuando llegaban hasta mí los comentarios de sus numerosos amigos, iba a una escuela a pocos kilómetros del hotel, sacaba muy buenas notas. El único tema sexual que recuerdo antes de que cumpliera los trece años fueron conversaciones sostenidas con el hijo de una actriz cinematográfica por entonces muy celebrada.

En el verano de ese año mi padre recorría Italia con Madame R. y su hija. Yo no tenía a nadie que recurrir..

Permítaseme describir a Anabel. Diré que era una niña encantadora. Sus padres viejos amigos de mi tía, habían alquilado una casa cerca del hotel. Al principio Anabel y yo hablábamos de temas periféricos. La dulzura, la indefensión de las crías de los animales no causaban la misma sensación.. Anabel quería ser enfermera en un país en donde hubiera hambre; yo, un espía famoso.

Nos enamoramos en una manera frenética y desesperanzada; aquellos arrebatos de mutua posesión sólo se habían saciado si cada uno se hubiera embebido y saturado de cada partícula del alma y del corazón del otro, pero jamás llegamos a conseguirlo..

Con un débil pretexto escapamos a la sombra de unas rocas donde tuvimos una breve sesión de caricias. Estaba a punto de poseer a mi amada cuando aparecieron dos hombres que nos lanzaron soeces exclamaciones. Tiempo después Anabel falleció a causa del tifus

miércoles, 29 de diciembre de 2021

Verdades 

La mona tiene hambre, lleva un vestido fino, pendientes extravagantes, nos sentamos en un salón  y pedimos café caliente.

Mona está perdiendo los estribos, necesita un baño, necesita de lo otro. Necesita...Necesita...Necesita.

   Seguramente hay mucho más que he debido tener en cuenta, en todo momento sólo quise los recuerdos y contarlos como yo los recuerdo, además estoy bajo la voluntad de Dios y ahora me ha entrado  ganas por vivir y amar más. Por cierto no se oirá en todo lo que cuento un solo término obsceno.

   Pero, para alivio de mojigatos, intentar suprimir o disimular determinados pasajes llamados afrodisíacos, obligaría a desistir del relato. El intelectual quizá  objete el relato como un tempestad en un vaso de agua, que los varones adultos pasan por la peculiar experiencia descrita por el narrador. Claro que tampoco existirá ese relato.

   "Mi padre, una persona amable y tolerante. A los treinta años se casó con la hija de un alpinista. Mi madre muy fotogénica murió a causa de un rayo cuando yo tenía tres años. Nada subsiste de ella en la hondonada de mis recuerdos. La hermana mayor de mi madre, casada con un primo de mi padre, sería en mi ámbito personal el ama de llaves. Alguien me dijo después que estuvo enamorada de mi padre y que él, despreocupadamente, sacó provecho de la situación en una noche de invierno y luego se olvidó de ella" Tenía ojos azules y una piel como de cera, escribía poemas y estaba segura de morir no bien yo cumplierra los dieciséis años...y aasí fue

martes, 28 de diciembre de 2021

Verdades...

¡Calla mona! Sólo mírame...

Se levanta y me abraza apasionada. Me siento a su lado y ella me habla.

A partir de ese momento se inició la sucesión de situaciones contradictorias. Continuaron otros incidentes que marcaron un camino sinuoso, un cambio de lugar de residencia, el inicio de una época laboral hasta cierto punto floreciente, continuó con la llegada de mi hija, la siguió una nueva separación y la decisión de cortar todo intento de unión marital. Lo cierto, las relaciones personales estuvieron matizadas por situaciones que fueron una amalgama de expectativas.

Me asomo al patio, el fonógrafo calla, el baúl está abierto y las cosas en desorden. Está echada en la cama con la ropa puesta. Temo que se vuelva loca...¡qué placer sentir su cuerpo de nuevo! ¿Durará esta vez?

Tengo el presentimiento de que no.

A partir de ese momento se dieron una serie de situaciones contradictorias. Empecé mi propósito por corregir la orientación de mi vida personal, lo que logré por momentos que no duraban mucho. Más bien se dieron situaciones negativas a medida que corría el tiempo.

Hoy por un momento me detengo, veo al lado del camino y acepto con nostalgia que no logré ningún resultado positivo, y que más bien las huellas que han quedado no son una gran cosa.

¡Calla mona! Sólo mírame...Por fin se queda dormida. La última imagen que tengo de ella fue en la ventana diciéndome adiós con la mano, Un hombre parado al otro lado de la calle. El reloj de la vida siguió su incesante recorrido y con él  los acontecimientos, hubo de todo, positivo y negativo. A todas estas mi mamá murió, años después el esposo.

Despierto de un sueño profundo, una pálida luz se filtra en la habitación, vuelvo la mirada, es un poco después del amanecer  

lunes, 27 de diciembre de 2021

 Verdades...

   Veo de pronto una cara pálida y triste con unos ojos ardientes. Veo también el traje de terciopelo que nunca olvido, cubriendo sus cálidos senos y sus carnes frescas. Me siento a su lado y me habla un diluvio de palabras. 

   Viajé por todo el país desempeñándome en varios frentes, donde se hizo más notorio el comercial. En ese estado emocional llegue a los treinta años de edad, y cometí, tal vez mi mayor equivocación, -me casé y elegí mal- Quedó un descendiente. Ese ambiente de inestabilidad que inicié a los quince o dieciséis años, todavía existía.

   Paso por el puente del ferrocarril, donde muchas veces me quedaba a ver salir los trenes a tiempo que me preguntaba dónde diablos podía  estar ella. Siento su cuerpo junto al mío y me imagino  pasar las  manos por ese  cálido terciopelo, todo lo que nos rodea está desmoronándose, no revivo el cuerpo cálido.

   En uno de esos remansos de aparente paz y estabilidad emocional cumpli los cuareenta. Los celebré con dos hechos a cual más funesto: -mi matrimonio y mi separación-. Pero así mismo sobrevino una aparente situación de calma que me convulsionó. Vino también un vínculo laboral, no fue ningún paraíso, fue un espacio de  aparente estabilidad. A partir de ese momento se inició una serie de situaciones contradictorias.

   Se inició con un accidente de tránsito, continuaron otros  incidentes que marcaron un camino. Un cambio de lugar de residencia que fue el inicio de una época floreciente pero irrelevante. Mis relaciones personales estuvieron  matizadas por situaciones que no fueron otra cosa que una amalgama de expectativas que aún persisten.

   Empecé por corregir mi vida personal. Lo que logré por momentos que no duraban por espacios muy largos, los esfuerzos fueron fallidos. Hoy me detengo y, veo al lado del camino, con nostalgia acepto que no pude lograr gran cosa. Las huellas que han quedado no son alentadoras.

domingo, 26 de diciembre de 2021

 Me quedo con una erección tremenda, como un trozo de plomo con alas. Y estando así entran dos chicas, las saludo, me guiñan un ojo, siguen de largo, sigue sonando la música y quizá venga la mona a buscarme. Tal vez, no me importa quien venga ni lo que ocurra.

   Concentro mi atención para enterarme de lo que está pasando abajo, la mujer tiene risa de loca el hombre tiene voz de trueno, áspera, estridente, un arma que se abre paso por la carne, el hueso, el cartílago. La música sigue sonando, salimos del salón y seguimos bailando, me vomito encima de su precioso vestido. Se pone como una fiera, vuelvo tambaleándose a la mesa  y mona me mira con disgusto. Regresamos, vómito por todo el cuarto, en la cama, en el lavabo, en las libretas que nunca toque y en los manuscritos fríos y muertos que ahora parecían más vivos.

   Empezó mi época de noviazgos juveniles, y el recuerdo de la nena María Eugenia y los regalos navideños. 

   Inicié el bachillerato, cuando empecé se estaba cocinando a todo vapor el levantamiento estudiantil. Para esa época yo estudiaba en el colegio de los franciscanos que quedaba a tres o cuatro cuadras de la zona de tolerancia, paradero obligado los domingos en la mañana al salir de la misa. El dictador despertó al pueblo, aunque  no fue una apertura revolucionaria, fue un juego de inconformes mal informados. Era un pueblo pequeño, parroquial, con costumbres sociales muy particulares, la única diferencia entre ellos y nosotros eran los apellidos y el pudor para robar. Eso sí, tal vez  más  modestos que ahora. El dictador robaba tierras y ganado, pero nos dejó dos nietecitos que han hecho hasta para vender.

   Tiempo después, en el mismo lugar nos asomamos al patio y ahí en el  ático, un joven tenía puesto el fonógrafo y repetía las canciones a todo volumen. Mona ha estado mucho tiempo fuera y hoy voy a esperarla. Pero Mona aparece, Leo una y mil veces el telegrama, pero no sirvió de nada.

   Aunque las manifestaciones eran tan ruidosas como las de hoy, había una formación de más politiquería, las arengas eran de otra inspiración. Con el inicio del bachillerato, además de la situación política, me sobrevino una temporada larga de inestabilidad en todo sentido. La verdad no logré superar esa situación en ningún frente y mi andadura fue un devenir de situaciones.

sábado, 25 de diciembre de 2021

 Verdades

El baúl siempre abierto, sus vestidos por ahí tirados en un gran desorden. Los escritos fríos y muertos y sus chistes  prehistóricos. Sólo una noche resulta en mi memoria, una noche extraña.

   No se proponía nada que durara más de veinticuatro horas. Estamos viviendo varias vidas en el espacio de una generación.

   Mi infancia la viví en medio de la pobreza y con las costumbres que eran propias de esa condición, eso me obligaba -no sólo a mi-, sino a todos los niños de mi barrio, a rebuscarse para los gastos propios de la edad, vendíamos   periódicos, hacíamos mandados, jugábamos trompos y bolas con pequeñas apuestas y teníamos grandes problemas que solíamos solucionar  a golpes de puños.

   Cielo azul y despejado, árboles macilentos con sus oscuras ramas gesticulando. Árboles sombríos, de troncos pálidos como la ceniza de un tabaco. Silencio sepulcral, tiendas cerradas. Aquí y allá una luz roa para señalar para señalar una cita. fachadas adustas, casi repulsivas.

   Estoy tratando ser breve en mi relato, ateniéndome  a la fidelidad de mi memoria. Con mi mamá nada era espontáneo. Viví lo que es la obligatoriedad de la religión. Los domingos al regreso de la misa de siete de la mañana, yo tenía que hacer un recuento del sermón del cura a la hora del evangelio. La ventaja era que ella confiaba en la exactitud de mi relato.

   A todas estas la familia había crecido y yo contaba con tres medio hermanos, yo tenía 11 o 12 años. Por el momento no puedo pensar mucho...   ...excepto que soy un ser sensible apuñalado por el milagro de esas voces que me revelan un mundo olvidado.

   Cogeré estas cuartillas y me largare. Pero nos vamos por la mañana. Le dije a la rubia de ojos pardos. Y mientras le estoy diciendo, me coge  la mano y se la mete entre las piernas.

   Donde quiera que vaya la gente está echando a perder sus vidas. Cada cual tiene su tragedia, la lleva en la sangre; infortunio, aflicción, hastío suicidio. La atmósfera esta saturada de desastres, frustraciones, futilidad. No obstante el efecto que me produce es estimulante.

   Del liderazgo cívico de mi mamá guardo muchos recuerdos, especialmente la imagen de una mujer activa, emprendedora, decidida...siempre estaba ocupada en algo, o en alguna reunión. Organiza diferentes actividades, bailes en el kiosko comunal, fiestas de la virgen, varas de premio... 

   En los bailes en el kiosko me asignaban el negocio de los chiclets. Aquí aprendí a trasnochar, me gustaba ver a la gente bailar y escuchaba música viendo bailar. En las fiestas de la virgen el resultado económico era para el cura párroco. Está iesta se celebraba llenándole el manto a la virgen con billetes de banco, y según su denominación, el cura calificaba a los feligreses y la intensidad de la fe. Son muchos los recuerdos. Añado las carreras de encostalados y las varas de premio.

   

viernes, 24 de diciembre de 2021

Verdades...

Coger un libro, instalarme en la incómoda silla de mimbre, cansado de estar sentado todo el día, del color de la pared, de ver y oír a tanta gente cotorrear sin cesar.

   Hice el primer año  en la escuela pública. Recuerdo a la señora Virginia -mi primera maestra- Luego empezó mi peregrinar por muchas escuelas. Ahora no tengo a quienes reconocer como mis amigos de infancia. Solamente recuerdo los recorridos diarios hacia cada una. Hubo, alguna vez, una escuela que tenía banda de guerra. Parecía ser la más popular porque a muchos les gustaba el uniforme. Por esa razón él  decidió que yo fuera allí. Durante ese año que estuve en esa escuela, el señor compró un lote de terreno en un barrio recién fundado, habitado por empleados y obreros del municipio. Ese cambio de residencia, significó otro cambio de escuela, y la nueva escuela estaba ubicada en un sector bastante distante de dónde llegué a vivir.

   Vivo de recuerdos. En esa nueva escuela fue en la única donde logré estudiar por dos años seguidos. Guardo recuerdos muy gratos, en uno de ellos mi maestro, por su pedagogía y su  inventiva.

   Poe esa época, Meléndez y Pance, dos balnearios en las afueras de la ciudad, allí nos llevaba el maestro en son de paseo y allí  aprovechaba la oportunidad y a campo abierto nos enseñaba, especialmente geografía e historia. Eran conversatorios y talleres inolvidables donde el tiempo transcurría sin darnos cuenta.

   Recuerdo con nostalgia a mi maestro que era una persona extrovertida, que tenía por costumbre organizar paseos dentro y fuera de la ciudad. Uno de ellos a una población cercana, dónde fuí sin permiso de mi mamá, y donde recogí entre mis compañeros el dinero para los gastos. Fue una experiencia inolvidable.

   Al maestro le gustaba mucho el baile, y organizaba veladas los sábados en la tarde donde invitaba a sus amigas bailadoras y bailaban ritmos alegres unos y muy sensuales y expectantes otros. Tania  era semejante a la flor que disemina el polen por donde pasa, tenía pechos gruesos, usaba ligas gruesas, tenía muslos suaves, atractivos. Tania decía duro, para que todos la oyeran. "Lo amo". Esto sólo duró hasta que el párroco del barrio se enteró y lo llevó a la destitución.

   En la noche, reposando, me ponía histérico. ¡Oh, Tania! dónde están tus cálidos muslos, ...tus generosos pechos, tus voluptuosos movimientos.

   Viviendo en el nuevo barrio, conocí la calidad de líder político de mi mamá. No sólo conocí esa manifestación sino que la practique. Mi mamá me impuso la tarea de catequizar a los niños que no habían hecho la primera comunión. Ella no conocía la táctica de la seducción y el convencimiento con argumentos. Era impositiva y drástica, para ella no existía un "lo voy a pensar", lo de ella era Si o Si. A mi me tocó catequizar, sin otra alternativa.

jueves, 23 de diciembre de 2021

 Verdades...

Tú, soledad, eres mi caos. Por eso canto. Todavia estoy vivo  y doy patadas dentro de tu matriz que es mi realidad para escribir.

   ¡Tu vida anecdótica! Exclamó mi super ego.

   Los miércoles acostumbró a conversar con el ego. Ahora  está estudiando otro idioma. A veces creo que por esto balbucea, lleva vestido de algodón y toca guitarra, no parece tan mal artista. Tal vez uno de esos miércoles, terminamos en casa de una activista política.

   En esa casa teníamos como vecino al famoso peluquero Riverita

   Caae el día, es la hora del ocaso, los minutos y los recuerdos caen como  una montaña rusa en una mezcla de todos los tonos negros.

   En esa casa mi mamá me enseñó las primeras letras, con una técnica que no he podido olvidar. La estrategia consistía en que ella preparaba una colada de plátano -mi debilidad- y ponía al lado de la taza un pandeyuca. En una hoja de papel, frente a mí, ponía el ejemplo de la plana. Y ya saben lo que pasaba. Al final la colada estaba más fría y más espesa.

   Hoy, apenas hay rastros de esa colada, de ese pandeyuca. Hoy cuando me he aficionado a remover recuerdos de esa época, hago un esfuerzo y no logro ubicar con claridad cómo era la vida cotidiana de un pueblo que en ese entonces transitaba hacia lo urbano. Se me hace un nudo en la mente, también en el pecho, no tanto en la garganta, cuando leo las crónicas de los historiadores que relatan la vida del pasado y su cotidianidad.

   Nosotros continuamos recorriendo el sector, luego fuimos a otro sector, un barrio distinto, más hacia el centro. Aunque la intensidad se fue disminuyendo y asistí a la escuela.  La habitación centellea, me siento al borde de la cama pensando en el hombre antes de su nacimiento. De pronto empiezan a doblar las campanas con una música extraña, que resuena con un redoble largo que irrumpe con acento embriagado y lloroso.

   He hecho un pacto conmigo mismo. ¡No cambiar ni una linea de lo que he escrito! No me interesa  perfeccionar mis pensamientos.

miércoles, 22 de diciembre de 2021

 Verdades...

Para ti, soledad, para ti canto. Quisiera cantar  mejor, ser más melodioso. Pero es lo que tengo.

   Vuelvo a experimentar la época inolvidable en que llegue, cuando vagaba por la calle perplejo y cuando hambriento, cuando sentía la sensación de asfixia.   El viento del recuerdo me lleva a una escena ingrata, por lo humillante que es recordarla y, aún más, por lo humillante que es no olvidarla. En el  44 o 45, vivía en una casa del barrio,.. por allá en la carrera octava entre calles 20 o 22. Recuerdo que él me llevó de la mano, bajamos por la calle hasta llegar a la carrera diez, dónde él tenía una peluquería  situada en un local casi en la esquina. 

   La peluquería no la abría los domingos, era un domingo por la tarde. Dentro de los utensilios de trabajo tenía una faja de cuero ancha y gruesa en la que amolaba la barbera. Me hizo desnudar y con esa faja de cuero me dió soberana muenda, o cueriza. Ese momento es un recuerdo ingrato. Tendría, tal vez, un poco más de cuatro años.

   Soledad me has oído cantar y te has quedado fría, la canción es demasiado real, pero no suficientemente bella.

   No sé  como reaccionaría mi mamá ante ese hecho. De ese momento no me quedó sino el amargo recuerdo. Lo que sí puedo decir, sin temor a exageración alguna, es que nuestra vida en esa época fue un incesante trasegar. Recuerdo que en una de las casas donde vivimos, vivía una familia muy fiestera, y en una de las fiestas, además de la orquesta, se celebraba con "sifón". En ese momento fue cuando conocí la "ebriedad". Debía tener un poco más de cinco años, seguro me pegué a la llave del sifón. Sólo recuerdo que desperté al día siguiente, navegando en vómito.

   No cuento los días, pero mi espíritu sigue soñando, hay intervalos intercalados entre los sueños, la conciencia de ellos se va esfumando, el mundo que los rodea aparenta desintegrarse y deja lunares en el tiempo.

   El tiempo es un cáncer que se consume a si mismo, y cuando el gran silencio se ponga sobre todo, y los sueños hayan triunfado, y regrese la matriz -el caos- será la partitura para cantar la realidad. De pronto estoy pensando de más...   ...

   

martes, 21 de diciembre de 2021

 Verdades...

   El prisma de la situación da tema. Uno de los aspectos tiene que ver con la formación y el ejemplo que la mujer haya tenido como muestra constructiva o destructiva, sin profundizar en consideraciones.

   Regreso y el pintor está ahí de nuevo, sigue tartamudeando. Su esposa espera con la boca abierta. Tengo una botella de vino, estoy poniendo el sacacorchos, el vino me salpica en la pierna. Pensaba que quería ser un escritor. Hoy seguramente ya lo soy, esto es un libelo, una forma de difamar al hombre, al amor, a la belleza. Cuando pienso en esto me dan ganas de contar lo que la memoria me dé sin efugios y preocupaciones, sobre todo sin pensar en la ilación y la sonoridad.

   No debería hablar de épocas que no viví, pero cuando pienso mejor considero haberlas vivido. Las experiencias ajenas contadas son experiencias propias también, aunque tal vez no sean nada testimonial. No voy a detenerme  en el pudor moral, en la conveniencia personal ni en el que dirán los escrupulosos. Por lo que conocí, todo era distinto allí,  por lo menos siendo mujer y madre soltera. No voy a dar nombres, porque la mayoría, por no decir ue la totalidad, son ilustres difuntos y voy a conservar un mínimo de respeto a su memoria.

   Estoy contando todo lo que tenía preso dentro de mí y lo que la risa de la esposa del pintor ha liberado. En cierta medida confiesa que inicia este relato con prevenciones, siendo conscientes de las pisadas de callos. Pero la verdad es que no quiero poner sal en heridas restañadas por efecto del tiempo y solamente persigo darle libertad a sentimientos que he retenido en la memoria por mucho tiempo. Voy a contar y de seguro a desentonar, cantaré y danzaré sobre mis propias cenizas. Para contar sólo hay que abrir la boca, las guitarras y los instrumentos son añadidura.

lunes, 20 de diciembre de 2021

                                     VERDADES  DEL  TIEMPO


Este texto, a semejanza del "Trópico de Cáncer" de Henry Miller. Es el monólogo de un personaje de ficción del que nadie puede dar razón de lugar y tiempo, que tampoco conserva una coherencia temática, particularmente en la primera parte del relato.

Parece un diálogo entre extraterrestres de paso por la casa de los locos.


   ¡Claro que lo es! Pero el escribe en invierno...

   Incómodamente balbuceo y espero que me digan ¿por qué me han hecho bajar? Se ha quedado inmóvil, con los pómulos contraídos y una sonrisa nerviosa. Intento preguntarle por sus pinturas, y en efecto por su escrito. Pero él casi no puede expresarse, se vuelve inteleligible. Recuerdo que sólo hay tres meses de invierno en el año, que ya vamos por el segundo y que seguramente, puede estar perdiendo el tiempo aquí postrado, esperando a que  adivinen lo que quiere. Lo invito a subir, tal vez pueda sentirse menos incómodo, aunque realmente no sé si era incomodidad.

   La conversación se prolonga. Mis pronósticos, de nuevo parecen alejarse. No puedo concentrarme en su relato, parece no decir mucho. Le sugiero que me escriba lo que le gustaría saber  y que regrese luego. Su esposa, quien parece más enérgica, toca la puerta y pregunta desde allí si vamos a tardar. Me  acerco a la puerta, abro,  él se para,  nos despedimos, sale, cierro la puerta, me siento de nuevo en el escritorio, me percato de que estoy sudando y temo inmediatamente dentro de mí, el monólogo gorgotea como si el eco de su voz balbuceante y las risas del grupo se escucharan en la lejanía, tomo las llaves y algo de dinero, invento alguna excusa que justifique que me voy a tardar, voy calle arriba.

   Debemos marchar en fila india hacia la prisión de la muerte. No hay escapatoria, nuestros héroes seguramente ya han muerto o, incluso parece que ha sido porque ya no están. Aunque ahora mismo se estén matando.

   Voy a empezar por consideraciones que tienen que ver con las costumbres sociales de la primera mitad del siglo XX en lo que tiene que ver con la mentalidad o,  en la configuración religiosa de la familia, cuando una de las mujeres llega a la maternidad sin haber ido previamente al altar y recibir la bendición eclesiástica. En otras palabras ser una madre soltera.