Verdades
El baúl siempre abierto, sus vestidos por ahí tirados en un gran desorden. Los escritos fríos y muertos y sus chistes prehistóricos. Sólo una noche resulta en mi memoria, una noche extraña.
No se proponía nada que durara más de veinticuatro horas. Estamos viviendo varias vidas en el espacio de una generación.
Mi infancia la viví en medio de la pobreza y con las costumbres que eran propias de esa condición, eso me obligaba -no sólo a mi-, sino a todos los niños de mi barrio, a rebuscarse para los gastos propios de la edad, vendíamos periódicos, hacíamos mandados, jugábamos trompos y bolas con pequeñas apuestas y teníamos grandes problemas que solíamos solucionar a golpes de puños.
Cielo azul y despejado, árboles macilentos con sus oscuras ramas gesticulando. Árboles sombríos, de troncos pálidos como la ceniza de un tabaco. Silencio sepulcral, tiendas cerradas. Aquí y allá una luz roa para señalar para señalar una cita. fachadas adustas, casi repulsivas.
Estoy tratando ser breve en mi relato, ateniéndome a la fidelidad de mi memoria. Con mi mamá nada era espontáneo. Viví lo que es la obligatoriedad de la religión. Los domingos al regreso de la misa de siete de la mañana, yo tenía que hacer un recuento del sermón del cura a la hora del evangelio. La ventaja era que ella confiaba en la exactitud de mi relato.
A todas estas la familia había crecido y yo contaba con tres medio hermanos, yo tenía 11 o 12 años. Por el momento no puedo pensar mucho... ...excepto que soy un ser sensible apuñalado por el milagro de esas voces que me revelan un mundo olvidado.
Cogeré estas cuartillas y me largare. Pero nos vamos por la mañana. Le dije a la rubia de ojos pardos. Y mientras le estoy diciendo, me coge la mano y se la mete entre las piernas.
Donde quiera que vaya la gente está echando a perder sus vidas. Cada cual tiene su tragedia, la lleva en la sangre; infortunio, aflicción, hastío suicidio. La atmósfera esta saturada de desastres, frustraciones, futilidad. No obstante el efecto que me produce es estimulante.
Del liderazgo cívico de mi mamá guardo muchos recuerdos, especialmente la imagen de una mujer activa, emprendedora, decidida...siempre estaba ocupada en algo, o en alguna reunión. Organiza diferentes actividades, bailes en el kiosko comunal, fiestas de la virgen, varas de premio...
En los bailes en el kiosko me asignaban el negocio de los chiclets. Aquí aprendí a trasnochar, me gustaba ver a la gente bailar y escuchaba música viendo bailar. En las fiestas de la virgen el resultado económico era para el cura párroco. Está iesta se celebraba llenándole el manto a la virgen con billetes de banco, y según su denominación, el cura calificaba a los feligreses y la intensidad de la fe. Son muchos los recuerdos. Añado las carreras de encostalados y las varas de premio.
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