Verdades...
Coger un libro, instalarme en la incómoda silla de mimbre, cansado de estar sentado todo el día, del color de la pared, de ver y oír a tanta gente cotorrear sin cesar.
Hice el primer año en la escuela pública. Recuerdo a la señora Virginia -mi primera maestra- Luego empezó mi peregrinar por muchas escuelas. Ahora no tengo a quienes reconocer como mis amigos de infancia. Solamente recuerdo los recorridos diarios hacia cada una. Hubo, alguna vez, una escuela que tenía banda de guerra. Parecía ser la más popular porque a muchos les gustaba el uniforme. Por esa razón él decidió que yo fuera allí. Durante ese año que estuve en esa escuela, el señor compró un lote de terreno en un barrio recién fundado, habitado por empleados y obreros del municipio. Ese cambio de residencia, significó otro cambio de escuela, y la nueva escuela estaba ubicada en un sector bastante distante de dónde llegué a vivir.
Vivo de recuerdos. En esa nueva escuela fue en la única donde logré estudiar por dos años seguidos. Guardo recuerdos muy gratos, en uno de ellos mi maestro, por su pedagogía y su inventiva.
Poe esa época, Meléndez y Pance, dos balnearios en las afueras de la ciudad, allí nos llevaba el maestro en son de paseo y allí aprovechaba la oportunidad y a campo abierto nos enseñaba, especialmente geografía e historia. Eran conversatorios y talleres inolvidables donde el tiempo transcurría sin darnos cuenta.
Recuerdo con nostalgia a mi maestro que era una persona extrovertida, que tenía por costumbre organizar paseos dentro y fuera de la ciudad. Uno de ellos a una población cercana, dónde fuí sin permiso de mi mamá, y donde recogí entre mis compañeros el dinero para los gastos. Fue una experiencia inolvidable.
Al maestro le gustaba mucho el baile, y organizaba veladas los sábados en la tarde donde invitaba a sus amigas bailadoras y bailaban ritmos alegres unos y muy sensuales y expectantes otros. Tania era semejante a la flor que disemina el polen por donde pasa, tenía pechos gruesos, usaba ligas gruesas, tenía muslos suaves, atractivos. Tania decía duro, para que todos la oyeran. "Lo amo". Esto sólo duró hasta que el párroco del barrio se enteró y lo llevó a la destitución.
En la noche, reposando, me ponía histérico. ¡Oh, Tania! dónde están tus cálidos muslos, ...tus generosos pechos, tus voluptuosos movimientos.
Viviendo en el nuevo barrio, conocí la calidad de líder político de mi mamá. No sólo conocí esa manifestación sino que la practique. Mi mamá me impuso la tarea de catequizar a los niños que no habían hecho la primera comunión. Ella no conocía la táctica de la seducción y el convencimiento con argumentos. Era impositiva y drástica, para ella no existía un "lo voy a pensar", lo de ella era Si o Si. A mi me tocó catequizar, sin otra alternativa.
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