Me quedo con una erección tremenda, como un trozo de plomo con alas. Y estando así entran dos chicas, las saludo, me guiñan un ojo, siguen de largo, sigue sonando la música y quizá venga la mona a buscarme. Tal vez, no me importa quien venga ni lo que ocurra.
Concentro mi atención para enterarme de lo que está pasando abajo, la mujer tiene risa de loca el hombre tiene voz de trueno, áspera, estridente, un arma que se abre paso por la carne, el hueso, el cartílago. La música sigue sonando, salimos del salón y seguimos bailando, me vomito encima de su precioso vestido. Se pone como una fiera, vuelvo tambaleándose a la mesa y mona me mira con disgusto. Regresamos, vómito por todo el cuarto, en la cama, en el lavabo, en las libretas que nunca toque y en los manuscritos fríos y muertos que ahora parecían más vivos.
Empezó mi época de noviazgos juveniles, y el recuerdo de la nena María Eugenia y los regalos navideños.
Inicié el bachillerato, cuando empecé se estaba cocinando a todo vapor el levantamiento estudiantil. Para esa época yo estudiaba en el colegio de los franciscanos que quedaba a tres o cuatro cuadras de la zona de tolerancia, paradero obligado los domingos en la mañana al salir de la misa. El dictador despertó al pueblo, aunque no fue una apertura revolucionaria, fue un juego de inconformes mal informados. Era un pueblo pequeño, parroquial, con costumbres sociales muy particulares, la única diferencia entre ellos y nosotros eran los apellidos y el pudor para robar. Eso sí, tal vez más modestos que ahora. El dictador robaba tierras y ganado, pero nos dejó dos nietecitos que han hecho hasta para vender.
Tiempo después, en el mismo lugar nos asomamos al patio y ahí en el ático, un joven tenía puesto el fonógrafo y repetía las canciones a todo volumen. Mona ha estado mucho tiempo fuera y hoy voy a esperarla. Pero Mona aparece, Leo una y mil veces el telegrama, pero no sirvió de nada.
Aunque las manifestaciones eran tan ruidosas como las de hoy, había una formación de más politiquería, las arengas eran de otra inspiración. Con el inicio del bachillerato, además de la situación política, me sobrevino una temporada larga de inestabilidad en todo sentido. La verdad no logré superar esa situación en ningún frente y mi andadura fue un devenir de situaciones.
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