Cuando le preguntaban por el origen de su pobreza, Constantina respondía: Tuve un marido que se portó muy mal conmigo, sólo me dejó los ojos para llorar. Esta casa es producto de mi lucha.
En la época de esta historia, los huéspedes de la casa eran siete, en el primer piso estaban las dos mejores habitaciones.
Constantina habitaba en el segundo piso, también un anciano llamado Fabricio y un comerciante venido a menos de nombre Valentín.
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