El sueño de exactitud se hizo mil pedazos, Darwin explicó que la divina provisión no había creado humanos y animalitos tal y cómo éramos, sino que nuestra evolución había estado marcada por saltos casuales.
Se descubrieron los gérmenes dañinos, partículas invisibles de manera que las enfermedades dejaron de ser un castigo, para convertirse en una cuestión de mala suerte.
Y para colmo, Einstein lanzó en 1905 su teoría de la relatividad, proclamando que ni siquiera el tiempo y el espacio eran fiables.
Entraba arrolladoramente el siglo XX con todo su horror, su desorden sus guerras. La colosal estructura inmóvil del victorianismo se hundió con los estertores marinos del Titanic
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