Agatha Christie, siempre fue consciente de su apariencia. Necesitaba que el mundo fuera un lugar sereno, exacto, amable y ordenado.
A partir de los cuarenta años, Agatha engordó mucho y se convirtió en una matrona majestuosa de grandes pechos y caderas opíparas. Siempre había sido delgada, algo que resultaba increíble para los demás, de modo que esta abundancia carnal debió aumentar su sentido de lo catastrófico.
La existencia de Agatha Christie es una larga huída de la negrura, un combate secreto contra el caos.
Nació en 1890; perteneció a una generación británica que hubo de superar la herencia victoriana y enfrentar las primeras ruinas del imperio.
El victorianismo había construido una visión del mundo tan firme como un cubo de plomo, todo estaba en su lugar, tenía un porqué, belleza y ley eran equiparables.
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