La vida con mis tíos no fue la existencia que suelen disfrutar otros niños, cuyos hogares están integrados por personas normales. El nuestro era el hogar de una pareja de pasiones tormentosas. Por ejemplo, en casa nunca nos dijeron "No haga esto, niña" o "Sal de aquí, niño" Por ello siempre estábamos en contacto con los acontecimientos.
Algo de sabiduría debímos absorber, pues mi hermano y yo aprendimos, cómo responder a las preguntas capciosas en nuestros propios términos infantiles sin dejarnos sorprender y sin caer en la tentación de comentar alguna indiscreción sobre algo que debíamos guardar en prudente silencio familiar.
Frida Kahlo y Diego Rivera ,nos hicieron dos regalos invaluables. Primero-. Nos amaron muchísimo y nos lo hicieron sentir, y, segundo, nunca nos ocultaron nada, lo que fue muy positivo. No obstante, hoy puedo valorar mejor el ambiente de libertad y honestidad, ambiente que no nos resultaba extraño porque no conocimos otro.
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