Lulú
Sentía que aquella situación me proporcionaba impunidad, comencé a restregarme contra él, lo hacía para tener algo que recordar de aquella noche. Me movía muy despacio, pegándome y despegándome de él clavando mis pechos en su espalda.
El murmullo se deshizo tan bruscamente como se había formado.
Miró el reloj, se apartó de la cola y comenzó a caminar en dirección contraria, muy decidido
--Vámonos
Obedecí sin comprender. Seguimos andando
Al rato me atreví a preguntar
-- ¿Por qué no hemos entrado?
-- ¿De verdad te gusta ese tipo?
Pasamos al lado de su auto, pero él siguió
--¿A dónde vamos?
-- No me contestó
A pocos pasos de la esquina había un sitio, Pablo abrió la puerta, descorrió una cortina y entramos en un bar, la luz era escasa y la música sonaba muy bajo, el uniforme me torturaba. Todos me miraban
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