Lulú
Cuando aparcamos me proporcionó una serie de instrucciones:
No debería separarme de él para nada. Si aparecía la policía no tenía que ponerme nerviosa, no tenía que chillar. Si había que correr, le daría la mano y saldríamos sin chistar.
Se inclinó hacía mi y me besó dos veces, había aprovechado para ponerme una mano en el muslo, tenía una extraña facilidad y practica para sobar a las mujeres.
La gente empezaba a desfilar y fuimos a ponernos en la cola. Después empezó el barullo. Un grupo de quince o veinte adolescentes bloquearon la entrada, así estuvimos un buen rato hasta que alguien empezó a empujar desde el fondo de la cola. La primera carga me descolocó.
La multitud daba calor. Desde atrás seguían empujando . Pablo me cogió de las muñecas y me obligó a abrazarle. Yo estaba bien...
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