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domingo, 10 de marzo de 2024

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                                                   Lulú

   Yo sentía que mi sexo se hinchaba, se ponía rojo, cada vez más rojo, se volvía morado y la piel estaba brillante y pegajosa, mi sexo engordaba, nada que ver con el placer fácil, era más bien una sensación enervante, incluso molesta, sin embargo no era posible renunciar.

   Me desabrochó la blusa. Se limitó a tirar el sujetador hacía abajo, encajándolo debajo de mis pechos. Me mordió un pezón, sus manos me abarcaban, la presión de sus muslos se hacía cada vez más intensa.

   Me cogió la mano derecha y la puso alrededor de su polla y la subió y la bajo muchas veces. Aquella noche su polla me pareció enorme, magnifica, única, sobre humana. Seguí yo sola. De golpe me sentía segura. Era una cosa que sabía hacer bien.

   Habían desaparecido las ansias, la violencia, ahora todo parecía muy suave, muy lento. Mi sexo seguía hinchado, se abría y se cerraba.

   Aquel pedazo de carne resbaladizo y enrojecido se había convertido en la estrella.

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