la idea de gratitud no es aquello que él combate, pero experimenta por ella., sin duda por esa amistad ambigua que consagra al que un incondicional suyo.
Gracias a Renée pudo conciliar sus deberes de esposo y de gentil hombre con sus placeres. Establecida la superioridad del vicio sobre la bondad, la consagración, la decencia, la felicidad.
Es contra su suegra que Sade reclama, se gana su causa ante los ojos de la virtud, la ley pierde mucho. Pues sus armas temibles no son la prisión ni el cadalso, sino el veneno con que se infecta a los corazones vulnerables.
Bajo la gestión de su madre, Renée vacila, tiene miedo, la sociedad hostil se insinúa y hasta el mismo marqués, censurado, vilipendiado, duda de si mismo. Ése es el crimen cometido contra él por la señora "de Montreouil". Es al comienzo, un acusado; ella es la que hizo de Sade un criminal
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