Cleopatra
En las cartas no tengo ninguna magia, en cambio le hablo a alguien y tengo el poder de la persuasión. Es un don que he intentado usar para salvar a Egipto de la destrucción a manos de Roma.
Al final mi padre logró que se olvidara la cuestión del testamento y que Roma lo reconociera como Rey indiscutible de Egipto.
Le había costado seis mil talentos y los tuvo que pagar a tres gobernantes: Pompeyo, Craso y César.
Yo tenía once años y empecé a temer por mi padre y por Egipto
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