Cleopatra
¡O sea que te niegas! dijo el guardia, dando otro paso al frente y haciendo ademán de desenvainar la espada.
Llamó por señas a otro guardia y lo dejó en su lugar, mientras me acompañaba al edificio principal, caminando tan cerca de mí que su actitud resultaba amenazadora. Traté de disimular mi temor.
Entré en la estancia:
-- ¡Princesa Cleopatra, --dijo Berenice-- hemos sido elevadas al honor del trono, ahora nos llamamos Cleopatra VI y Berenice IV reinas del Alto y del Bajo Egipto
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