Edgar Allan Poe...
Había pensado meter la hoja en una pequeña grieta de la mampostería, con el fin de identificar mi punto de partida. El grado de dificultad, sin embargo, apenas era tanto, si bien, debido al estado alterado de mi imaginación, me pareció insuperable al principio. Rasgué un trozo del dobladillo del sayo y lo coloqué bien extendido y en ángulo recto respecto a la pared. De este modo, al recorrer a tientas el perímetro del calabozo, me toparía finalmente con este trapo. Esto al menos era lo que yo creía, pero no había con todo con la extensión del calabozo, ni con mi propia debilidad. El suelo estaba húmedo y resbaladizo..
Avancé tambaleándome durante un rato hasta que tropecé y me caí. La excesiva fatiga me obligó a permanecer postrado y no tardé en caer rendido de sueño allí mismo...
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