Edgar Allan Poe...
De todos mis poros brotaban goterones de sudor corriendome por la frente hasta detenerse ya fríos. La agenda de la incertidumbre se volvió ya insoportable, así con toda precaución comencé a dar un paso adelante con los brazos extendidos y los ojos fuera de sus órbitas, esperando captar algún débil rayo de luz. Continué dando aún más pasos pero a mi alrededor no hallé otra cosa que oscuridad y el vacío. Respire tranquilo. Parecía evidente que el mío no era por lo menos, el más espantoso de los destinos.
Y entonces, mientras avanzaba adelante con paso cauteloso, mil vagos rumores asaltaban en tropel mi memoria sobre las atrocidades de Toledo. De las mazmorras se contaban cosas muy extrañas --siempre las tuve por fabulaciones-- pero aún así, extrañas y demasiado horripilantes para repetirlas en voz alta
No hay comentarios:
Publicar un comentario