Edgar Allan Poe...
Pero las impresiones de lo que llamé la primera fase no son voluntariamente recordadas, ¿no nos vienen, sin embargo, y después de mucho tiempo que nos preguntamos de dónde proceden?
Quién no se haya desmayado nunca, no habrá visto extraños palacios y rostros alucinantes familiares en el fulgor de las ascuas del carbón, ni habrá contemplado flotando en el aire las tristes visiones que la mayoría no ve; ni meditará sobre el perfume de alguna flor nueva; ni su cerebro se asombrará ante el sentido de un compás musical que nunca antes le había llamado la atención.
Entre frecuentes y tenaces empeños por recordar; entre las más serias pugnas por atrapar algún vestigio del estado de aparente aniquilación en el que mi alma había caído, ha habido momentos en que he soñado con el triunfo, ha habido periodos, aunque muy breves, en que he evocado recuerdos que la razón lúcida posterior me asegura que podían hacer referencia sólo al estado de aparente inconsciencia. Estas sombras de recuerdos hablan, de forma un tanto vaga, de altas figuras que me recogieron y me llevaron en silencio hacia abajo --abajo y aún más abajo-- hasta que se apoderó de mi un horrible mareo ante la sola idea de un descenso interminable...
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