UNA BROMITA…
Chejov
¡¿ Cómo es
eso? ¿Quién ha pronunciado
aquellas palabras? ¿Ha sido
él o me
ha parecido oírlas y nada más?”
La incertidumbre la
torna inquieta, la
pone nerviosa.
La pobre muchacha
no contesta mis preguntas,
frunce el ceño, está a punto de
llorar.
- ¿Será hora de irnos
a casa? - le pregunto.
- A mí… a mí me
gustan estos viajes
en trineo - dice, ruborizándose - ¿ Haremos
uno más?
Le “gustan” estos viajes, pero
al sentarse en el trineo,
palidece igual que antes,
tiembla y contiene el aliento.
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