UNA BROMITA
Chejov
Parece que el mismo
diablo nos estrecha
entre sus garras
y, aullando, nos arrastra
al infierno. Los objetos
que nos rodean se
funden en una sola franja
larga que corre vertiginosamente…Un instante
más y llegará
nuestro fin.
- ¡La amo, Nadia! – digo
a media voz.
El
trineo comienza a correr
más despacio, el
bramido del viento y el
chirriar de los
patines ya no son tan
terribles, la respiración
no se corta más
y, por fin,
estamos abajo. Nádenka llegó más
muerta que viva. Está pálida
y apenas respira… La ayudo
a levantarse.
- ¡Por nada del mundo
haría otro viaje!
- dice mirándome con ojos
muy abiertos y
llenos de horror-.
-- ¡Por nada
del mundo! ¡ Casi me
muero!.
Al cabo de un rato vuelve
en sí y me dirige
miradas inquisitivas: ¿ fui yo
quien dijo aquellas tres palabras o
simplemente le pareció
oírlas en el silbido
del remolino?
Yo fumo a
su lado y
examino mi guante
con atención.
No hay comentarios:
Publicar un comentario