PARÁBOLA DE
UN SOLITARIO…
Llegaron al tribunal a las seis de la tarde.
El juez de instrucción estaba saliendo y convocó al inspector y al guardia para
el día siguiente. Pasaron la noche en un cobertizo del albergue.
El inspector quiso minimizar lo sucedido,
pero el guardia no cedió, sabía que la blasfemia y el desacato a la autoridad
se castigaban por lo menos con dos años de prisión.
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