PARÁBOLA DE UN SOLITARIO…
El inspector no podía liberarse del
tintineo de los pendientes de la mujer del tabernero, Era casi imposible de
resistir.
Había que inspeccionar de prisa, quizá
hubiera tiempo para volver a la taberna.
No se sabe
que pasó por la cabeza del tabernero, lo cierto fue que éste se precipitó sobre
el inspector con un cuchillo en su mano, profería groseras imprecaciones contra
Dios, el gobierno y la ley. Lo detuvieron y lo llevaron a la prisión del
distrito.
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