PARÁBOLA DE UN SOLITARIO…
Hay
que saber que la taberna no era una taberna corriente, era importante para el
Estado, por ello la situación del inspector era cada vez más difícil. No estaba
habituado a decidir, durante doce años que había sido militar había obedecido y
ahora le tocaba decidir.
Iba despacio hacia su casa, curiosamente no
sentía repugnancia hacia su entorno. No había vuelto ver al niño desde la noche
que la comadrona se lo había traído. Sólo a veces oía a través de la puerta los
gritos que le producían una extraña alegría y no le molestaba en absoluto.
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