PARÁBOLA DE UN SOLITARIO…
Llegó
la mujer del tabernero. Bajó por la escalera que estaba a un lado del
mostrador. Al otro lado del local, junto a la ventana estaba sentado el
inspector. Pasaron unos minutos antes de que la mujer llegara a su mesa. Era
delgada, pequeña y llevaba un chal sobre los hombros. Tenía caderas ondulantes
y hombros tensos, su paso era firme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario