CONSTANTINA
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En el tercer piso la solterona llamada Raquel, un ex industrial llamado
Leonardo a quien los otros huéspedes distinguían sólo como Leo. También
habitaba en la casa Oscar Croc que se inflaba cuando los otros huéspedes
zalameramente le decían “maestro”, calificativo que le había puesto Raquel, la
solterona. Las otras habitaciones eran ocupadas por estudiantes y gentes que
iban de paso en busca de algo muy económico
En la terraza, Constantina había adaptado el espacio para el lavado de
la ropa y dos buhardillas que ocupaban un criado y la cocinera.
Para descifrar el espectáculo
deprimente que se vivía en el ambiente de la casa no era necesario preguntar,
bastaba con detenerse a observar la indumentaria de los habitantes.
Los hombres llevaban vestidos de color indefinido y calzado que parecía
recogido en la calle de los barrios de élite.
Las mujeres tenían vestidos pasados de moda, teñidos, desteñidos y
vueltos a teñir, ropa blanca gastada a la que no le quedaba sino la trama.
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