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miércoles, 2 de mayo de 2018

UNA HISTORIA


                               CONSTANTINA    5       

    Cuando Constantina estaba en casa nada le faltaba al espectáculo. Ella frisaba en los cincuenta años. Su rostro era un aparador de desgracias. Tenía la cara inocente de una casera dispuesta a todo para endulzar su suerte. A pesar de todo, en el fondo era un buen ser humano “muy en el fondo”.
   Cuando se le preguntaba por el origen de su pobreza, respondía: “Tuve un marido que se portó muy mal conmigo, sólo me dejó los ojos para llorar”. La casa es producto de mi lucha. Al oír trajinar a la casera, la cocinera se apresuraba a servir el desayuno.
   En la época en que comienza esta historia, los huéspedes de la casa eran siete. En el primer piso estaban las dos mejores habitaciones. Constantina habitaba en el segundo piso. Y también un anciano llamado Patricio, un comerciante venido a menos de nombre Valentín.

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