COSAS PARA CONTAR
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-- ¡Ah! Si fuera yo la madre del muchacho,
les haría escupir dinero a montones, dijo una de ellas.
-- ¡Así debería ser!
La dueña de la tienda de comestibles
permanecía callada, pues era proveedora del notario. Puso toda su habilidad
para interrumpir la algarabía.
-- ¿Porque no hacemos una pausa para tomar
algo? ¿No les parece? ¡Yo invito!.
Al despedirnos, la dueña de la tienda me
dijo: “Cecilia, no se preocupe si sus señores no me compran, usted venga por
aquí cuando le plazca”
DE NUEVO EN CASA
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