Aquello de
la “Campaña de Embellecimiento” tenía mucho que ver con localizar al enemigo ideológico, rodearlo limitándole sus
movimientos por todos y con todos los medios y como colofón; destruirlo,
desaparecerlo. Esa era la consigna.
Una labor oscura en ingrata que por alguna
desgracia había ido a dar a las manos del comandante. El era uno de los muchos
comandantes bajo la influencia del jefe absoluto. Hechos de la lealtad militar.
De repente
resultó urgente erradicar el tifus, la tuberculosis y hacer algo contra la
plaga de piojos. A los contradictores ideológicos el jefe los idenficaba así.
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