El tren salió de la estación con el retraso
necesario para que no se cruzaran en la estación siguiente con el tren que
llegaba lleno de condenados.
La mujer del comandante le reprocha a él la
falta de atención y cariño hacia ella y los
niños. El suspira y piensa…mi mujer no
tiene idea del infierno por el
que estoy pasando. Pero no puedo contarle, los secretos del jefe no se
comparten con nadie.
Hasta determinado momento todo funcionó
bien. Era un campo que funcionaba con eficiencia para suprimir y controlar a
los enemigos del jefe, casi sin decir palabra. Las dificultades que enfrentaba
era un brote de difteria o un inoportuno retraso en el seguimiento a los altos
funcionarios y a los opositores del jefe.
Empezaron a llegar órdenes en clave,
maquilladas con pomposos nombres, como aquella “Campaña de”
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