EL SENDERO 2
Volví a cerrar los ojos. Las fragancias del
jardín me rodearon claras y bien perfiladas. Y la más valiosa, la que yo
buscaba figuraba entre ellas. Giuseppe se acaloró de gozo, la sangre se le
subió a la cabeza. El ataque del aroma había sido demasiado súbito, la
fragancia que llegaba desde el jardín era la fragancia de la muchacha pelirroja
que él había asesinado.
Contuvo un instante el aliento, intentó
evocar el recuerdo olfatorio, esta muchacha aún no tenía pechos, Apenas un
principio de pechos, ondulaciones indescriptiblemente suaves. En una palabra;
la muchacha era todavía una niña.
Este capullo ahora mismo empezaba—sin que
nadie se apercibiese de ello.
Cuando
floreciera del todo, emanaría un perfume que el mundo no había olido jamás. Dentro
de uno o dos años esta fragancia habría madurado y nadie, hombre o mujer podría
sustraerse. Y la gente sería dominada.
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