SUBLIME 23
Puso una sábana sobre la cama, Karenin ya no
tenía fuerza para saltar a la cama, la cogieron entre los dos. Ella estaba de
rodillas junto a la cama sosteniendo la cabeza de la perra y él le pidió que
apretara la pata trasera por encima de la vena. Él no pensaba más que en ella.
Karenin lamió dos veces más la cara y ella
le susurraba “no tengas miedo”. Él le pinchó la vena con la aguja y apretó el
émbolo, Karenin dio un pequeño tirón y de pronto su respiración se detuvo.
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