SUBLIME 22
Tuvo que ir a cuidar a sus terneras. Volvió
después de mediodía. El todavía estaba en casa. Karenin yacía rodeada de
chocolates y cuando ella entró en el cuarto no levantó la cabeza. Su pata
enferma estaba hinchada y el tumor había reventado en otro sitio.
Volvió a tirarse en el suelo junto a ella,
tenía un brazo encima del cuerpo de la perra y los ojos cerrados.
Al cabo de una hora él llegó, fue silenciosamente
a preparar la inyección, al llegar a la habitación ella ya estaba de pie y
Karenin se levantaba con esfuerzo, al verlo a él movió lentamente la cola.
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