LO
QUE CUESTA UN IDEAL
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Al final decidimos: el que se quiera ir, que
se vaya. La mayoría nos quedamos. Organizamos piquetes de resistencia, la gente
se lanzaba a la calle y asaltaba las tiendas. En esto pasa una moto de las
juventudes gritando: “retirada, retirada, retirada”. Después me di cuenta que tenía los pies
ensangrentados y que llevaba al menos cuarenta y ocho horas sin comer y que
estaba desfallecida.
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