LO
QUE CUESTA UN IDEAL 32
Yo estaba en la escuela y no sabía nada,
pero en la casa de al lado estaba ya mi marido de cuerpo presente. Me desmoralicé
tanto, que el partido me mandó a una casa de reposo. No era nada. Sólo fue una
crisis de tristeza.
La
vida continuó para Briseida, pero presentía la caída del frente, y que, se
perdía la guerra:
--Llegamos a un cuartel donde había un gran
número de hombres, les dijimos a la oficialidad que el enemigo estaba a quince
kilómetros. Preguntamos por qué tenían acuartelado al personal. Respondieron:
“No tenemos armas.
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