La casera lo consideraba agradable y distinguido. Pasados algunos días, Constantina se dormía acariciando la idea de casarse, ampliar y mejorar la casa, ser una dama notable, ir al teatro. En todo eso meditaba.
Empezó por no aceptar en la casa más que a gente distinguida. La casa, según ella sería la más distinguida del barrio San Emilio.
A la casa de Constantina llegó la viuda de un general de la república que aseguraba iba a cobrar la pensión a la que tenía derecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario