De los Titanes que engendró Urano, uno, muchísimos siglos después, fue elegido como mandatario de un pueblo, pero este con un arma diferente a la Hoz.
El arma de éste era "la palabra". Ya no había Urano para cortarle nada, además, parecía tener fríos los huevos.
Con la palabra como su arma predilecta embelesó a todos los crédulos, pero Crono (el tiempo) como no había nada que cortar, le presentó a una Diosa, pero no a la Diosa del Amor, una más contundente, la Diosa de la DESCONFIANZA que lo confundió tanto, que lo puso a hablar incoherencias, insultos, agresiones y a llevar sobre sus espaldas el peso de su decadencia.
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