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martes, 3 de septiembre de 2024

ATANDO CABOS -- LADY OTTOLINE.

   Ottoline alardeaba sobre Londres, como si fuera un barco al que las ratas han comido las velas y verdes serpientes marinase se arrastran por cubierta. Escribe Virginia Wolf. Aunque lo cierto es que ninguna imagen podrá jamás transmitir esa combinación de esplendor, humildad e hipocresía.

   Virginia poseía un buen corazón, con el que fue capaz de reconocer y admirar en otros momentos de su vida los valores de Ottoline.

   La imagen que persistía de ella, es la de una pobre excéntrica, una aristócrata estrafalaria feísima y marchita,  el rostro tan repintado como un mueble viejo. Pero si lees entre líneas el retrato que emerge es bien distinto.

   Era  muy alta, sus rasgos eran demasiado grandes. Las fotos dan fe de ese precario e insólito equilibrio. Nunca común y corriente. 

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