Hay dos Simones, dos Sartre. Dos interpretaciones de esa pareja insólita. La primera versión se ajusta a la mirada pública, a la imagen que ellos quisieron ofrecer.
Simone, obsesiva, siempre escribiendo y razonando sobre sus experiencias íntimas, intentó edificar su personalidad como un logro literario.
Simone y Sartre fueron grandes intelectuales, iconoclastas y comprometidos, fueron pro-soviéticos, agudos pensadores capaces de sintetizar ideas fundamentales para su época: el feminismo o el existencialismo.
Vista desde afuera, esa insólita pareja parecía maravillosa e indestructible.
Pero luego, La Simone y El Sartre han ido emergiendo como una sucia espuma con la publicación póstuma de los papeles íntimos.
Sartre era un don Juan compulsivo, que necesitaba conquistar a todas las mujeres. Simone y Sartre sólo usaron la honestidad para comentarse el uno al otro los más escabrosos detalles de sus amoríos.
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