Lo relatado en esta reseña es una nueva verdad que se suma a otras historias subjetivas escritas en torno a Frida Kahlo, no existe un criterio para juzgar a un personaje.
Una nieta se cansa de ver rodar las lágrimas de su abuela y no encuentra en tantos libros publicados a la abuela que ella conoció, quiso y compartió con ella.
Mi abuela --Frida Kahlo-- caminó por el laberinto alumbrada por su propio corazón. Recuperó emociones, temores infantiles, revivio la ingenuidad del espejo, destapó cajas durante largo tiempo, con paciencia logró dejarnos un testimonio de quien fue Frida.
Un día llegue a su lado de la mano de mi hermano Toño y de mi madre a vivir con ella, y con mi tío Diego en la "Casa azul de Coyoacán"
En aquella casa mágica crecí. Allí pasé muchos años de mi vida, desde mi infancia hasta mi matrimonio. Años intensos, gozosos, plenos, allí soñé, reí, lloré, bailé, sentí alborozos y miedos, allí pasé de niña a mujer y allí me enamoré
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