Nunca había recibido tanto calor humano como el que me había transmitido, nunca nadie me había dicho que yo le gustaba.
Antes de irnos, entró a la casa, regresó en silencio, con un algodón empapado en el contenido de un bote plástico, la desmaquilló a Patico con unos frotes enérgicos en los labios, las mejillas y los párpados, le quitó los pendientes, las sortijas y el collar de perlas. Luego la cubrió con una manta.
Lenny, el perro de mi abuela brincaba a mi alrededor.
-- ¿Te das cuenta de que, todos los demás se quedan dentro?
María me dijo aquella tarde de domingo. Mamá está muy triste, ¿cómo se te ha ocurrido irte a la calle con el abuelo? ¿Qué es lo que te dio?
-- Nada -- contesté-- no me ha dado nada, hemos sacado a Patico de paseo.
-- ¿Y no la ha invitado a nada?
-- Negué con la cabeza.
-- ¡Seguro!
-- Volví a negar
-- Yo diría que te la estás jugando. Tú entiendes ¿verdad?
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