Lulú
Se movió hasta que mis pechos le quedaron justo encima de la cara. Supuse que quería chuparlos, pero no hizo eso. Metió la cara en el surco y la restregó contra mi piel, notaba su mejilla, su boca y su nariz enorme moviéndose sobre mí, apretándose contra mi carne como si estuviera ciego. Un recién nacido que sólo dispone de su tacto y cuando volvió a hablar distinguí una leve alteración en su voz.
Abrió la boca y se agarró fuertemente a uno de mis pezones, su dedo cambió de posición, se poso en el centro de mi sexo. Me acariciaba, me estaba masturbando.
Sentí que me moría de vergüenza. Nunca creí que fuera capaz, Marcelo se lo contó todo, Pablo me miraba. Yo me sentía mal.
Le brillaban los ojos:
-- ¿Por dónde te la metió, por la boca o por la parte de abajo?
-- Por arriba
-- ¿Y te gustó?
-- Si, me gustó. Amelia me pilló enseguida. Empecé a verle borrosa. Tenía dos lágrimas en la punta de los ojos
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