Mesalina
En un pueblo cuyo nombre no tiene importancia un anciano sacaba a pasea a su perro, cuidaba el rosal, iba a misa todos los domingos, también leía uno que otro libro,- ¡ya había leído muchos!- y al hacerlo creía saber más o menos como acabaría. No llevaba un diario ni escribía sus memorias.
Pero recordaba muchas cosas que le hacían compañía. Se sentía en paz con el mundo y consigo mismo. Sólo que...
Sólo que una tal... le inspiraba inquietud, ansia en el corazón, le arruinaba le sueño...
No hay comentarios:
Publicar un comentario