La niña Mala...

   Estaba visto, la niña mala nunca dejaría de sorprenderme con sus audacias.

   Veinte veces me dije: que no debía ser tan idiota de escribirle, de tratar de reanudar con ella alguna forma de relación porque saldría escaldado.

   ...Recibí una llamada de mi antiguo jefe de la Unesco, el señor Charnes, me había conseguido una conferencia en Seúl, de cinco días. De Corea sería más barato darme un salto a Tokio...En esos días afiebrados, el teléfono me despertó una madrugada,

   -- ¿Todavía estás enamorado de mí?

   -- Debo estarlo, niña mala --le repuse, despertando del todo, desde que supe que estabas en Tokio, toque todas las puertas para conseguir un contrato que me lleve hasta allá...