Martín Lutero...
Fue en oportunidad de su primera misa, el punto focal de la iglesia
En este rito del altar, el pan y el vino se convierten en la carne y la sangre de Dios. El sacerdote que transforma los elementos goza de un poder negado a los ángeles.
¿Quién soy yo para elevar mis ojos a la Divina Majestad? A una señal suya tiembla la tierra.
El terror de lo sagrado. El horror de lo infinito le hirió como un nuevo rayo, y sólo mediante una gran fuerza de voluntad pudo mantenerse en el altar hasta el final.
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