George Sand...
Aurore aprendió a escribir sin dificultad, alentada por la promesa de la expresión escrita, alrededor de los cinco años.
Las lecturas de su madre obraban como una especie de catalizador para sus propias ideas, "su voz me arrullaba hasta llevarme a una especie de ensoñación", bosques, prados, torrentes, pueblos de una arquitectura extraña y gigantesca como los que todavía veo en los sueños. Palacios encantados con jardines nunca vistos, con miríadas de pájaros azules, dorados, y púrpuras que revolotean al lado de las flores y se dejan atrapar.
De hecho todo el mundo fantástico de mis cuentos de hadas se volvia palpable.
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