George Sand...
Los niños de la familia se habían marchado abandonando un conejito blanco, esa criatura le interesó más que el resto de los juguetes, se convirtió en su público silencioso. A él le contaba interminables y enrevesados cuentos.
Se vió por primera vez en un gran espejo. Por primera vez se enfrentó a la separación de su propio ser, a su yo individual. Un espejo móvil de cuerpo entero era su verdadera fuente de fascinación.
"Entonces tomaba mi conejo y trataba de forzarlo a que hiciese lo mismo que yo" Y así casi olvidaba que la figura que bailaba en el espejo era la mía. Concluyó que todo el mundo debía tener un doble, otro yo.
Ella ansiaba conocer a su otro yo. "Le pregunté a mi madre dónde estaba la persona que repetía mis palabras" y ella me dijo "es tu eco".
Afortunadamente no me explicó que era el eco
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