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lunes, 21 de febrero de 2022

George Sand...

   Mi padre la conoció  cuando ella ya tenía treinta años y vivía quien sabe en qué lujurias. Pero vio que esa hermosa criatura todavía podía amar y se casó con ella contra el deseo de su familia.

   Era pueril, infantil y terriblemente divertida, vivaz, bromista y hostil a las restricciones sociales.

   De niña, Aurore fue arrastrada por el desenfreno  sin restricciones de su madre. Fue algo que Sand nunca perdonó. Más tarde lo empleo como una metáfora: "La vida es una gran herida que nunca se cura". A lo largo de su propia vida el dolor nunca la abandonó.

   Sophie-Victoire fue una buena compañía para Aurore, tenía una imaginación desbordante, le enseñó las fabulas de La Fontaine que la llenaban de terror y cuyo mensaje moral no alcanzaba a comprender. A Aurore le encantaban las versiones que su madre inventaba. Le hicieron creer en lo imposible y la alentaron  a una especie de fe temprana. 

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