PARÁBOLA DE UN SOLITARIO…
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Así que lo han encarcelado. ¡Y todavía venís aquí! Se volvió y se fue. Pero
regreso y se sentó a la mesa.
El inspector volvió a oír el tintineo de los
pendientes de la mujer, aunque ahora no los llevaba puestos.
-- Lo sentimos mucho señora, pero no hemos
podido evitarlo.
Era de noche cuando el inspector y el guardián
regresaron a sus casas.
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