PARÁBOLA DE
UN SOLITARIO…
-- Sí, --dijo el guardián. Y guardaron
silencio.
El carricoche rodaba y el viento soplaba
suave, el joven cielo se curvaba sobre el mundo. Era viernes, un día que al
inspector no le gustaba.
En el pueblo era día de mercado.
Cuando el carricoche amarillo apareció,
alguien, un joven, gritó: “Ya vienen”. Hasta las aves aún vivas parecían
aterrorizadas, mientras que los compradores que no tenían motivo alguno lo
hicieron por tontería, por odio o desconfianza y un miedo impreciso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario