PARÁBOLA DE UN SOLITARIO…
En casa el hijo de Ramona chillaba. En la
mente del inspector la figura de y el
tintineo de los pendientes de la mujer del tabernero persistía. Se sentía muy
inseguro. Presentía su próximo derrumbamiento.
Todo se rompía dentro de él. El mismo
vacilaba, incluso en la silla en que se sentaba en el comedor. Dio a su mujer
unos buenos días fugaces, contempló al bebe que la comadrona le mostraba. El
bebe lloriqueaba, Olía penetrantemente a orines y a leche materna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario