PARÁBOLA DE UN SOLITARIO…
Su taberna era el centro de reunión de
todos los vagos y maleantes, era muy astuto y siempre mantenía sus papeles en
regla. Fabricaba pesas falsas y las vendía en los alrededores.
Naturalmente era enemigo del inspector de
pesas y medidas, no porque fuera el inspector, sino por su incomprensible
honradez.
Al
inspector los comerciantes lo
odiaban…salvo uno. Los vendedores más aún…y más que odiarlo le temían. Le
temían porque había denunciado a varios y los había llevado a los tribunales.
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